lunes, 3 de noviembre de 2008

Nallely

Le gustaban los corsés y el terciopelo
las historias de vampiros y demonios
el vudú la astrología los grimorios
Lautreámont Arthur Rimbaud y Maquiavelo

De alma blanca aunque de negra vestidura
se rindió ante los placebos amatorios
de los íncubos que rondan los velorios
paulatinos de rencor y la amargura

De este modo sucedió que aquella dama
escapó de su dolor a un cementerio
y entre el miedo la penumbra y el misterio
se durmió en un ataúd como en su cama

Sin saberlo sin sentir sin despertar
su refugio se volvió su cautiverio
En silencio sepulcral de monasterio
una mano la jaló bajo su altar

Asustada forcejeó con su asesino
pero nada pudo hacer para soltarse
Comenzó a convulsionar y sofocarse
cuando el muerto la libró de su destino


Sin embargo la leyenda nos confiesa
¡que Nallely sigue viva y pide auxilio!
¡que la salven por piedad de su martirio!
Y el que acude a sus llamados no regresa.




Escrito por Peter Paul, ex-uamero de Iztapalapa, chelero por convicción y escritor de "cucharón".
Gracias por la calaverita amiguito.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Calaverita a Hugox

Estaba Hugo
en un sueño profundo,
cuando alguien
por su balcón entró.

Hugo de inmediato despertó,
pero a nadie halló;
él de nuevo durmió,
aunque la cruda finalmente no lo dejó.

Seguía oyendo ruidos en su habitación
y a pesar de buscar bajo su cama
sólo encontró Alka-Seltzer pa'l bajón.

Momentáneamente, se recuperó;
sin embargo, su estómago se le inflamó
y al entrar al baño pujó y pujó.

Salió muy confundido
por no saber qué habría comido.
A un amigo telefoneó
y éste Lomotil le recomendó.

Testarudo, del medicamento rehusó
sin saber que allí se encontraba su salvación;
él pensó que una Coca-Cola era la solución,
fue por ella y regresó.

Cuando su refresco bebía
divisó una sombra que del clóset salía
y muy desconcertado saltó de su silla
preguntándose qué era lo que él veía.

Se acercó la flaca con su guadaña
y le dijo que se preparara
porque aquella bebida no le ayudaría
ni ahorita, ni mañana.

Él sonrió
e incrédulo se quedó,
pero un retortijón
ir al baño lo obligó.

Hugo nunca salió,
pues la muerte
en difunto lo convirtió.

Todos sus amigos
sufrieron su desaparición,
pero lo peor es que
a ninguno heredó.