domingo, 28 de septiembre de 2008
Premonición
me pierdo en el recuerdo
y sintiéndome morir
la brisa entra en mi corazón moribundo.
Trato de seguir viva, de sonreír;
también trato de soñar...
ahora entiendo el significado de tu mirada.
Regocijo en las tinieblas
busco una salida,
pero cadáveres tendidos
detienen mi huída.
La hora se acerca…
cantos de sirenas
con metálicas risas
me paralizan.
Siento mi sangre hirviendo,
pero hace frío
y las espinas se incrustan en los ojos,
labios, cuerpo.
Gritos moribundos se aproximan;
sigo lamentos desgarrados
y mi cuerpo tiembla
sacudiéndose el espanto que dejan.
Quiero correr...
sólo sé que una luz quiero ver.
Emoción rota
lo envenenaría, lo consumiría,
de un solo golpe con mis manos lo sacaría,
pero ¿la pena valdría?
Tú que me hiciste tan dichoso con tus mentiras,
tus manos tibias y rostro perfecto,
ahora sólo me haces sentir rabia.
Paralizado por el frío, sólo puedo recordar
tu hipocresía con nostalgia,
con anhelo, con deseos de volverte a ver:
desnuda, entregada, agitada y mentirosa.
Si pudiera golpear tu corazón no lo dudaría,
pues tu nombre es traición…
pero transformas mi mente y quiero de nuevo tenerte.
¡No, no, no! Pensemos que nunca ocurrió nada entre los dos.
Pensemos que fue un sueño solamente.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Hablemos de mí
las gotas de lluvia se infiltrarían en mis ojos,
a cada instante miraría
y en cada momento me comería tu recuerdo.
Si tú te fueras...
mi mano tocaría tu cuerpo
como si fuera cierto
y mis ojos buscarían tu paso para no perderte,
para envolverte de nuevo.
Si tú te fueras... el vacío sería inmenso,
el fuego perdería fuerza,
la voz gastada le gritaría a tus labios,
a tu beso que baña mis sentidos,
a tu sangre que quema y salpica la mía.
Si te fueras... mis manos te sujetarían fuerte
para que no lo hicieras.
Mis besos te asfixiarían
y mi abrazo te convencería de no marcharte.
Si tú quisieras irte...
desearía que no me olvides.
Morfeo y el viento
Caigo en los brazos de la noche y a ella le digo que quiero dormir junto a ti. En cada suspiro invoco tu nombre, lo digo en silencio al viento para que haga llegar mi presencia a tu cuerpo y tus labios, abrazando tu corazón y apretándote las manos. No quiero despertar… No me despiertes.