martes, 28 de octubre de 2008

Moneda en el aire

¿Inadecuada es la valentía
del rebelde que quiere cambiar
la suerte de un país
y de la gente?

¿Impropia es la sangre
regada en el frío asfalto?
¿Inconveniente es un corazón
que palpita por algo?

A lo lejos se oye
el estruendoso sonido
de aquel aterrador grito
y se elevan mil luces
alumbrando el escenario.

Una sinfonía se presenta
ante los ojos del mundo:
disparos, alarmas, sirenas;
combinación exacta de instrumentos
que paralizan e intimidan.

Chorros de esperanza
diluidos en el tiempo
claman su regreso,
exigen vivir de nuevo.

Los cuatro elementos
piden ser invocados
por una causa justa,
por defensa o libertad.

Se oyen lamentos
y cien heridos,
ante tanto temor, confiesan.

En un volado
pierden la cabeza
y la tierra se alimenta
de tanto cadáver que queda.

Van quedando menos hombres,
menos resistencia.

El pánico los aniquila,
los hace pensar
que todo ha sido en vano,
que el fin ha llegado.

Unos con la muerte se encuentran,
otros se rinden,
otros sólo torpiezan y siguen.

Gran audacia
la de aquéllos,
servidores de la patria.

Y qué garra
la de los más débiles
demostrando fiereza
cuanto más desarmados estaban.

Lento es el andar
del castigado
y el del verdugo
muy rápido.

¿Acaso, todo ha terminado?
¿Quién sustituirá a los caídos?
¿Quién seguirá el camino?
¿Quién alzará corazones malditos?

No hay comentarios: